Este plato lo creé en el 2002 y ha tenido mucho éxito. Siempre sorprende, porque nadie se imagina "la sorpresa" con lo que está hecho.
PASO 1º:
Quitamos la piel a la morcilla y la ponemos en un bol. Añadimos
pimienta molida, mejor si es recién molida con un molinillo, un huevo
y la yema del otro. Con ayuda de un tenedor vamos machacando la morcilla
hasta desmenuzarla incorporando el huevo.
Las lonchas de queso las ponemos una encima de la otra, las cortamos por el medio,
volvemos a poner una mitad encima de la otra, consiguiendo así una tira como de un dedo de
grosor. La cortamos en cuadrados. A continuación, vamos haciendo unas bolas
de morcilla pequeñas poniendo un cuadrado de queso dentro de cada una. (foto 1ª)
Metemos las bolas de morcilla en la nevera hasta el momento de servir.
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PASO 2º:
Cuando vayamos a servir este aperitivo, batimos la clara del huevo que nos sobró y pasamos las bolas por la clara y luego por la almendra. Las colocamos sobre un plato cubierto de papel film, para que no se nos quede pegada la almendra (foto 2ª). Una vez rebozadas de almendra por todo los lados, las freímos a fuego lento, en abundante aceite de oliva para que se hagan, pero no se nos queme la almendra. Sacamos sobre un papel absorbente y las ponemos sobre unos moldes de papel para trufas (foto 3ª y 4ª).
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NOTA: El resultado es espectacular, pero no menos su sabor y sus diferentes texturas. Hazlo y sorprende a los de tu alrededor...
En cuanto al relleno, le puedes poner mousse de pimiento de piquillo, micuit de pato, ...aunque el efecto del queso al fundirse es más bonito.
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